Tiziano hizo tres versiones distintas de este cuadro, de las que la más conocida es esta del Museo del Prado.
Toma como base la lectura mitológica de Dánae, cuyo padre tuvo la visión de que quedaría embarazada de un nieto que le mataría, por lo que encierra a su hija de por vida. A pesar de todas estas precauciones, aparecerá Júpiter en forma de lluvia de oro y embarazará a la muchacha, cumpliéndose con el tiempo la profecía.
Logra Tiziano uno de los desnudos más hermosos de toda la pintura veneciana. Es un desnudo monumental y consistente, pero a la vez tremendamente sensual gracias al tratamiento de la línea, al de las texturas mórbidas en las carnes de Dánae y sobre todo al color, voluptuoso, cálido y de tonos encendidos, llenos de pasta y golosos como en pocas pinturas.
Juega además para mayor resalte de la protagonista con un típico juego de contrarios entre la protagonista y la figura adjunta, recurso que ya había utilizado en el Amor profano y el amor sagrado: así, si Dánae es joven, la figura complementaria es vieja, si aquélla irradia luz, ésta oscuridad, si aquélla está desnuda, ésta vestida, e incluso compositivamente se advierte la oposición, con una figura reclinada hacia atrás y la otra inclinada hacia adelante. Todo lo cual no hace sino destacar la Dánae y enfatizarla por su brillo y luminosidad, aumentando de esta forma su carga sensual.
La Dánae de Tiziano demuestra el gusto del rey Felipe II por este tipo de desnudos, que en nada afectaban a su religiosidad y ascetismo. Al contrario de la ñoñería de otros reyes posteriores que a punto estuvieron de acabar con estas pinturas, conformándose, menos mal, con esconderlas en la Academia de Bellas Artes, lejos de la vista pública hasta 1827.
Para ver en profundidad una comparativa entre las tres versiones, podeis entrar aquí:
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