Los frescos de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina, son probablemente una de las obras artísticas mas conocidas y de la que mas se ha debatido y escrito. Una obra monumental para la que Miguel Ángel dedicó cuatros años de su vida, entre 1508 y 1512.
En marzo del 1505, Miguel Ángel fue llamado a Roma por Julio II para realizar el trabajo pictórico, aunque a la vez se estaba encargando de hacer otro encargo del papa, su tumba, y pese a que Miguel Ángel pretextó que él no era pintor. Tras un periodo de discusiones en el que Miguel Ángel plantó al Papa después de que este despertara los recelos de aquel sobre una disputa con Bramante, en junio de 1508, se comienza a levantar el andamiaje y para el 27 de julio ya se encontraba todo listo y Miguel Ángel pudo comenzar a trabajar en la bóveda.
Miguel Ángel fue modificando el proyecto inicial que consistía en pintar en los triángulos esféricos sobre las ventanas las figuras de los apóstoles y decorar el centro del techo con grutescos, un “adorno caprichoso de bichas, sabandijas, quimeras y follajes”. Aunque esta solución no convencía al autor que irá modificando paulatinamente el proyecto original, hasta conseguir obtener la idea definitiva.
Esta idea consistía en cambiar las doce imágenes de los apóstoles por una multitud de figuras, alrededor de trescientas treinta que representarían diferentes escenarios del Antiguo y del Nuevo Testamento. Tras madurar esta idea, habló con el papa del proyecto y este le concedió libertad al autor. Al primer contrato se sumó la firmar de un segundo por el cual se fijaba una compensación en metálico doble que la anterior, seis mil ducados en vez de tres mil
La obra se desarrolló hasta septiembre de 1512, configurando un total, de treinta y ocho meses de trabajo para cubrir una superficie de más de 13 X 36 metros. El resultado distribuido sobre una representación arquitectónica de tipo renacentista, elimina de la bóveda cualquier influencia gótica anterior. Se decoró con un cielo de estrellas doradas sobre un fondo azul, dividiéndose la obra en varias partes.
La bóveda, en la que se representan las escenas del Génesis, el origen del mundo con la Separación de la luz y las tinieblas, la Creación de las estrellas y la Separación de la tierra y el agua, el origen de la humanidad, con la Creación de Adán, la Creación de Eva, El Pecado y la Expulsión del Paraíso Terrenal y, el origen del pecado con el Diluvio, como escena central, el Sacrificio de Noe y su pacto con Dios y la Embriaguez de Noe. También en la bóveda se encuentran, las representaciones de los antepasados de Cristo junto con los profetas y las cuatro historias de la Salvación del pueblo de Dios.
Todo la obra presenta los rasgos propios de la pintura de Miguel Ángel: el cuidado estudio anatómico, el dinamismo, el interés por el volumen y la intensidad del color, y todo este despliegue de formas y colores para narrar la historia más trágica conocida, la de la propia humanidad, (aunando mundos antiguos paganos con el cristinanismo) que culminará años después en el Juicio Final.
A pesar de la perfección de las representaciones, el hecho de que estas apareciesen desnudas, provocó un escándalo en la iglesia que ordenó después de una década al pintor Daniele da Volterra, conocido popularmente como ‘Il Braghettone, que añadiera unos taparrabos a los personajes desnudos.
Para ver con más detalle cada pintura de la Capilla Sixtina, podeis visitar esta página-guía.
Y para terminar, hagamos una visita virtual a la capilla:
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