El principal motivo de su estancia en Padua fue el erigir esta obra, la estatua ecuestre del condottiero Erasmo de Narni, llamado Gattamelata (gata melosa) por su caracter suavón y diplomático.
Considerado como un monumento más funerario que para glorificar al héroe, Donatello creó un cenotafio, basado levemente en la tradición de la pintura del Trecento (Simone Martini, Paolo Uccello...), pero, en escultura, el retrato ecuestre se había abandonado tras la época romana y, de este modo, los precedentes más próximos se encuentran en las estatuas de emperadores, la más conocida y completa de las cuales es la famosa de Marco Aurelio a caballo, una obra a tamaño natural, realizada hacia el año 173 y que durante siglos estuvo expuesta a la pública mirada en la plaza del Capitolio en Roma. Es en ella en la que se inspiran los escultores italianos del Quattrocento para crear sus propios modelos, una interesante variante de la plástica renacentista.
Como primero de estos retratos ecuestres, nos encontramos el de Erasmo de Narni, más conocido por el sobrenombre de Gattamelata (gata melosa, por su talante suavón y diplomático). La escultura fue realizada por Donatello (1386-1468) entre los años 1447 y 1453, para ser colocada en la plaza existente ante la basílica de San Antonio, en Padua, donde aún sigue. La obra es al mismo tiempo el sepulcro del Gattamelata, lo que explica la altura del conjunto, que alberga la cámara mortuoria. Vemos en la escultura como el personaje avanza a caballo portando el bastón de mando en su mano derecha y ciñendo al cinto una espada, mientras su mirada se pierde en el horizonte. Todo aquí refleja serenidad y equilibrio. Es más, algunos elementos remiten a la retratística romana, como el interés por captar la psicología del personaje, o la propia coraza que éste porta. Parece como si Donatello hubiese puesto todo su interés en dotar al condottiero de dignidad y majestuosidad, elementos que se trasladan también al propio caballo, uno de cuyos cuartos delanteros apoya sobre una bola de bronce, material en el que está elaborada toda la escultura.
Han pasado bastante más de 500 años desde que se erigieron esas esculturas y ahí siguen en sus respectivas plazas las imágenes de esos guerreros a caballo, que tanta influencia tuvieron especialmente en el Barroco, pero incluso hasta el siglo XX, representando a aquellos cuyo cometido era administrar la muerte de sus semejantes como forma de alcanzar la paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario