La escena principal de la estancia es El incendio del Borgo, que representa un milagro del año 847, atribuido al papa León IV, cuando se había declarado un incendio en la ciudad, y el papa lo sofocó haciendo la señal de la cruz desde una ventana del Vaticano. Ejemplificaría así el favor divino obtenido a través del Pontífice. No obstante, no hay unanimidad en cuanto al sentido de la escena. Puede referirse a la llegada de la paz con el papa León X después de las guerras de Julio II.
Tres son los planos de la composición. En primer término, una serie de ciudadanos huye del fuego, mientras otros cogen agua para sofocar las llamas. Este primer plano es agitado y dramático. Hay mujeres que gritan, con los brazos en alto, una de ellas arrodillada en gesto de desesperación, hombres que escapan del fuego arrojándose por las ventanas, como el joven desnudo de la izquierda que mira con preocupación; junto a él, una mujer pone a salvo a su bebé, lanzándoselo a una figura masculina que alza los brazos. Justo delante, a la izquierda, se ve a un hombre joven con otro anciano a cuestas, se trataría de un eco del tema clásico de Eneas con su padre Anquises. De este modo, Rafael compara el acontecimiento con la huida de Eneas de Troya, y es por lo tanto una alusión a la idea tradicional de que Roma era la nueva Troya.
En el plano medio hay toda una serie de ciudadanos que se dirigen hacia la la basílica de San Pedro para pedir ayuda al Papa. Y, el fondo, aparece este, en la fachada de la antigua basílica, aún no demolida. Este viejo edificio paleocristiano se pone en confrontación con la arquitectura del siglo XVI, lo que señala el evidente interés del artista por la arquitectura.
El dibujo es rico en movimientos. En esta obra y en los otros de la Sala se percibe un notable cambio en el estilo. De la armoniosa belleza de la Sala de la Signatura se pasa aquí a un estilo menos homogéneo, testigo del encuentro de Rafael con el próximo Manierismo, aunque él se limitó a hacer la composición y cartones preparatorios y la mayor parte de la obra fuera ejecutada por discípulos suyos de mayor influencia manierista, pero aún así, podemos decir que Rafael ha consiguido presentar plenamente el dramatismo del acontecimiento histórico, a costa de deformar la realidad o renunciar a la idealización del clasicismo.
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