Aunque es difícilmente interpretable, dado que huye de toda la iconografía clásica de la Navidad, el tema hace probablemente referencia a la situación florentina de inicios del siglo XVI, con la caída de los Medicis y la toma del poder por el partido de Savonarola. Quizá Botticelli pintara este cuadro como ilustración de los sermones de Savonarola contra la decadencia moral de la Florencia de los Medicis.
El pathos que se respira en el cuadro, el sentimiento de los penitentes en torno a la Natividad, son bastante elocuentes para recordar el canto del partido de Savonarola: Al vaglio, al vaglio, venite tutti quanti e con amari pianti. Es una obra representativa de sus composiciones tardías, en las que introduce el dolor lleno de pathos, de modo que exige una mayor participación del espectador.
En esta obra abandona la perspectiva y el realismo, cayendo en una consciente regresión hacia un gusto arcaizante, lo que se adaptaba adecuadamente a la complicada simbología que requerían los temas sagrados. La falta de realismo viene subrayada por las convenciones estéticas del arte medieval y por la introducción de textos griegos y latinos dentro de la propia pintura.
En una época en que los pintores florentinos estaban recreando la naturaleza con sus pinceles, Botticelli libremente asumió la artificialidad del arte. En esta obra, incluso fue más allá, a lo arcaico, para expresar verdades espirituales -casi como los victorianos que lo redescubrirían en el siglo XIX.
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