La arquitectura romana es un ejemplo extraordinario de pericia técnica y variedad tipológica. Aporta a la Historia de la arquitectura una monumentalidad y una perfección en la que no faltan elementos fundamentales al proceso constructivo, como el opus cementitium, la utilización frecuente de bóvedas y cúpulas, y una concepción rica y variada del espacio interior. Si bien un concepto sobresale por encima de cualquier otro, su criterio de funcionalidad y utilidad en todas sus construcciones que se convierte en su sello de identidad.
Este mismo carácter funcional explica la enorme variedad de construcciones realizadas por los romanos, en las que siempre demostraron su originalidad, su pragmatismo y la perfección de su obra: Así las propias concepciones urbanísticas, los foros, los templos, las basílicas, construcciones de diversión pública (teatros, anfiteatros, termas, circos, etc), monumentos conmemorativos (columnas, arcos de triunfo), o incluso la propia casa romana.
El Panteón es en realidad un templo. Un templo atípico y original, como original fue la idea que lo concibió: ya en tiempos de Agripa, lugarteniente y yerno de Augusto, fraguó la idea de construir un templo que sirviera de acogida a los numerosos dioses existentes en Roma. Aquel primer edificio sufrió las consecuencias del incendio del Campo de Marte del año 8O d.c. Pero la idea perduró y por ello al siglo siguiente, ya en tiempos de Adriano, se recupera la idea y se construye de nuevo desde los cimientos.
Se concibe como un edificio de planta circular, con un pórtico de entrada al modo de los templos tradicionales. La planta circular simboliza el acogimiento ofrecido a todos los dioses, y es esta forma peculiar de la planta lo que obliga a una solución arquitectónica muy atrevida, donde se pone de manifiesto la excelente capacidad técnica de los ingenieros romanos. Porque no se conformaron con esa simbología del dibujo de la planta. El concepto de cosmos que se quería transmitir al edificio requería una concepción espacial igualmente simbólica, que había de manifestarse en una dimensión esférica del espacio construido, que diera esa sensación de cosmogonía. Es por ello por lo que en una solución atrevidísima se diseña el interior del edificio como un círculo abovedado, cuyo diámetro es igual a la altura de la cúpula (43’5 m).
Evidentemente no era fácil esta solución, más bien podríamos considerarla la más osada, primero por las enormes dimensiones que había de tener la cúpula, nunca antes acometida en edificio alguno, pero también por las enormes dificultades que iba a suponer el sostenerla. Por ello mismo la construcción de la cúpula fue el primer reto del proyecto y sin duda el logro que hace del Partenón un hito en la Historia de la arquitectura:
La cúpula se asienta directamente sobre un anillo mural realizado con un excelente hormigón formado a base de cal, cascotes y fragmentos de ladrillo. Para una mejor trabazón del mismo se reforzó por medio de hileras horizontales de ladrillos grandes, colocadas cada 1'5 metros.
La estructura interna de este anillo mural consta de dos elementos que actúan de sostén. Por una parte 8 enormes pilones de 6 m. de espesor, y entre ellos una serie de arcos de descarga, que sirven para transmitir el peso de la cúpula precisamente a los pilones, auténticos soportes del peso de aquélla. Este sistema tan perfectamente estudiado en el reparto de sus cargas, no sólo explica la ausencia de contrafuertes exteriores, que resultan innecesarios, sino que además permite abrir en el muro 7 huecos o exedras, entre los pilones, que se utilizarían como altares.
Esto en cuanto al soporte, pero otra de las dificultades era levantar la cúpula sin poder utilizar el proceso habitual, la utilización de cimbras de madera que actuaran de molde al arqueado de la cúpula, puesto que no había cimbra capaz de aguantar semejante peso. Por ello se adoptó la solución de levantar la cúpula construyendo dos paredes paralelas que irían elevándose progresivamente. Por otro lado al dejar hueco el espacio interno entre ambas paredes se reducía el peso de la cúpula, como mucho y para trabar ambas paredes se introdujeron materiales siempre muy ligeros (escoria volcánica, cerámica, ladrillos, etc). Asimismo y para insistir en la reducción del peso se fue reduciendo grosor en altura, de tal forma que ambas paredes se iban juntando en la parte superior hasta reducir el grosor del muro de los 6 m. del nivel inferior al 1’5 m. a la altura de la clave.
Al Interior la sensación espacial que consigue esta estructura es única: por una parte, se produce una centralización del espacio gracias a su trazado circular y a la propia forma y altura de la cúpula, y por otra se insiste en la simbología cosmológica al conseguir un efecto esférico en la concepción del espacio. En semejante escenario podemos imaginar al Emperador dentro de este edificio como un auténtico Cosmocrator o Señor del Cosmos.
No falta tampoco un claro ordenamiento simétrico en el templo, al que tan aficionados eran también los romanos, en este caso remarcado por los nichos y exedras que se van abriendo entre el muro y que coinciden con los ejes axiales del edificio.
La decoración de esta parte cupulada presenta casetones, que disminuyen de tamaño en altitud, y se remata por el gran óculo circular abierto en la clave y que ilumina homogéneamente toda la habitación.
La entrada al Panteón se concibe como un pórtico de entrada rectangular con dos grandes nichos en cada extremo, que se abre al exterior por medio de 16 columnas monolíticas de granito egipcio y capiteles corintios. En cuanto al revestimiento exterior del cilindro sería igualmente espectacular, pues estaría recubierto por placas de mármol y estuco en su parte superior, que alterarían enormemente la imagen actual, desnuda y descarnada. A su vez, la cúpula se recubriría por medio de tejas de bronce dorado, deslumbrantes con la luz.
Pero faltaba un efecto escenográfico que ampliara la espectacularidad de su presencia, y por ello el edificio quedaría semioculto a la vista de los viandantes al estar protegido por una plaza porticada que lo rodeaba. Suponemos que la visión completa del templo al traspasar el acceso al pórtico aumentaría considerablemente la monumentalidad y la perspectiva de toda la construcción.
Finalmente añadir que el Panteon fue utilizado desde época bizantina como iglesia, al donarlo el Emperador Focas al Papa Bonifacio VIII y éste dedicarlo al culto de Santa María ad Martyres.
Curiosamente de esta obra fundamental en la Historia de la arquitectura desconocemos su autor, aunque se señala insistentemente a la persona de Apolodoro de Damasco como su constructor, sin lugar a dudas uno de los más geniales arquitectos de toda la Antigüedad. Se puede decir de él que fue el arquitecto oficial de Trajano y como tal realizó obras como el gran puente sobre el Danubio, urbanizó también el Foro Trajano, y levantó las Termas de Trajano, los Mercados Trajanos y la lonja o Aula Regia que los coronaba. En todos aporta su genio y novedades técnicas realmente originales y atrevidas. Por ello se le apunta como posible autor del Panteón, porque sólo alguien de su talento pudo construir un edificio así, aunque también es cierto que ya en época de Adriano la antipatía mutua que ambos se profesaron le apartó de los programas constructivos oficiales.
Y por último, un video alucinante sobre el edificio:
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