Un complemento a las clases de Historia del Arte del IES Murgi, de El Ejido (Almería).
martes, 23 de noviembre de 2010
La basílica paleocristiana
Inicialmente no hay una arquitectura característica del nuevo espíritu cristiano. La pobreza económica en la que se mueven las primeras comunidades de creyentes impide la construcción de edificios destinados a la nueva liturgia, de ahí que los oficios religiosos de estos primeros tiempos se realice en casas particulares ( domus eclesiae ) Paralelamente van surgiendo los cementerios cristianos que, dadas las difíciles circunstancias en las que viven los cristianos y ante la imposibilidad de extenderse en superficie, derivarán, especialmente en Roma, en construcciones subterráneas ( catacumbas ) formadas por estrechas galerías en cuyas paredes se excavan nichos rectangulares para las tumbas. Tradicionalmente se ha dicho que los cristianos también utilizaron las catacumbas como refugios y lugares de culto durante las violentas persecuciones a que fueron sometidos por los emperadores romanos, pero hay autores que no comparten esta opinión. Como ejemplos destacados de estas construcciones funerarias tenemos las catacumbas de San Calixto, de Santa
Domitila y de Santa Priscila, todas ellas en Roma.
La exteriorización del culto tras el Edicto de Milán ( año 313 ) trajo consigo la aparición de la arquitectura religiosa cristiana propiamente dicha. En realidad, el edificio religioso por excelencia - la basílica - venía a ser una adaptación de las antiguas basílicas civiles romanas en las que se llevaban a cabo actividades comerciales o servían de tribunales de justicia. La basílica cristiana, a diferencia de la clásica de planta rectangular y tres naves separadas por columnas, era de planta longitudinal y podía tener hasta cinco naves. La nave central, con cubierta de madera a dos aguas y ábside semicircular, era más ancha y alta que las laterales con cubierta de una sola agua. Esta diferencia entre nave central y naves laterales daba lugar a la colocación de un cuerpo de ventanas ( claristorio ). El altar no ocupaba el centro geométrico y debajo de él podía hallarse una cripta en la que se solía custodiar los restos de algún santo o mártir. El nartex o pórtico exterior, especie de vestíbulo que señala el acceso al interior del templo, y el atrium o patio porticado, se hallaban ubicados a los pies del edificio. Italia (Roma, Milán o Rávena ) posee destacados ejemplos de basílicas paleocristianas, sobresaliendo la de San Juan de Letrán, remodelada en su totalidad durante el Renacimiento y a cuyo desarrollo había contribuido el emperador Constantino.
La arquitectura paleocristiana también presenta la tipología de construcción de planta centralizada, preferentemente en la zona oriental del Imperio, donde este modelo coexiste con el modelo basilical predominante en occidente. En definitiva, la basílica vino a cubrir con creces las carencias que, durante los primeros tiempos, tuvieron los fieles cristianos de lugares de culto apropiados en donde prácticar su liturgia.
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