jueves, 17 de febrero de 2011

Virgen Blanca de Toledo


Se trata de una escultura gótica, que supone un cambio evidente respecto a la escultura románica que hemos visto anterioriormente. El tema no varía, porque sigue siendo un tema religioso y volvemos a ver a la Virgen con su hijo en brazos, pero sin embargo las diferencias entre una forma de entender esta maternidad y aquélla son completamente distintas.

Algo ha pasado entre un periodo y otro de esa época medieval para que se produzcan esos cambios. Y es cierto, ha cambiado la sociedad en la que ahora ha cobrado una importancia que no tenía la clase de artesanos y comerciantes, que conocemos como burguesía. Ha cambiado la economía, que ha entrado en una fase mucha más próspera. Y sobre todo ha cambiado la mentalidad religiosa de la gente, que ahora prefiere un cristianismo más humano, más cercano a los creyentes y que resultara menos autoritario que lo era antes. Como consecuencia de todo ello cambia también el arte en todos sus aspectos.

La Virgen gótica que vemos representada en la Virgen Blanca es una buena muestra de ese cambio.

Si la Virgen románica era una imagen de valor simbólico, ésta por el contrario ya pretende reproducir un realismo mucho más natural y humano. Por eso mismo la imagen ya no tiene aquella rigidez, y por el contrario busca el movimiento a través de una postura en contraposto que le da ese movimiento característico que ya hemos visto en otras figuras de otras salas del museo.

También se ha perdido parte de la frontalidad y rigidez que tenían. Al moverse la figura, aumenta sus puntos de vista, lo que en este caso en vez de destacar su expresión distante la acerca a su carácter más humano. En ese mismo sentido, la propia expresión que nos muestra su rostro, lejos de ser tan seria y severa como lo era en la talla románica, ahora resulta mucho más natural y cálida, incluida su sonrisa agradable.

Pero eso no es lo principal, es precisamente la relación entre la madre y el hijo lo que marca la mayor diferencia entre la dos. La madre y el niño se miran y se relacionan y establecen una vinculación familiar y de cariño que no existía en las vírgenes románicas. Todo lo cual explica que nos parezca tan amable y protectora. También influye en ello su situación, colocada ahora a la entrada de las iglesias y a la altura de la vista de los fieles (que es donde estaba originariamente esta Virgen), lo que igualmente la aproxima a nosotros.

Por lo demás, estas vírgenes resultan más delicadas, tanto por la proporción mucho más estilizada ahora, como por el trabajo de los paños, que de nuevo, como en otros ejemplos que hemos visto, refuerzan su naturalidad y su elegancia.

En resumen, la misma temática que en el románico, pero transformada ahora en una expresión artística totalmente diferente.

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