No es tarea fácil sintetizar la vida de un autor como Giotto di Bondone (1.267-1.337), quien fue el primer pintor italiano que dejó atrás las tendencias bizantinas de la pintura y abrió nuevos caminos que andando el tiempo acabarían conduciendo al Renacimiento. Nacido en una familia campesina, su afición y destreza en el arte de la pintura lo llevaron a formarse en el taller de uno de los pintores florentinos más famosos del momento, Cimabue. Tras este periodo inicial, del que tenemos muy pocos datos, emerge un Giotto cuya fama va a irse extendiendo progresivamente, como consecuencia de lo novedoso de su pintura. Es casi seguro que su primer encargo de envergadura lo constituyen los frescos que decoran la iglesia superior de la basílica de Asís, donde retrató magistralmente la vida de San Francisco. Sin embargo, debe tenerse presente que no existe un acuerdo unánime sobre que todo el conjunto fuese de su autoría. La opinión más generalizada afirma que al menos cuatro de los veintiocho frescos son obras de uno o más de de sus discípulos. Ello no obstante, el diseño del conjunto debió ser realizado por nuestro artista, quien tuvo presente las informaciones recogidas en la "Leyenda mayor" que sobre San Francisco había escrito San Buenaventura hacia 1262.
Más adelante, Giotto consolidó su fama con el famoso ciclo de frescos de la Capilla de la Arena (propiedad de la familia Scrovegni) en Padua (1305-1306), considerado su mejor conjunto pictorico. En estas obras en la que se representan escenas de la vida de la Virgen, la Pasión de Jesús y el Juicio Final podemos apreciar con nitidez la preocupación de Giotto por cuestiones tales como la perspectiva, el volumen de los personajes y el color, así como el interés por llevar el dramatismo a la representación. Unos años después, a partir de 1320, el artista realizó otros dos ciclos en sendas capillas de la basílica de la Santa Cruz, de Florencia. Precisamente en esta ciudad el trabajo de Giotto fue excelentemente acogido y su fama le facilitó obtener el cargo de arquitecto de la catedral de la ciudad, para la que diseñó el famoso campanile. El aspecto de esta torre no se corresponde por completo con el proyecto de Giotto, ya que sus obras no habían finalizado cuando el artista falleció. Dejaba a la historia del arte una novedosa manera de entender la pintura.
Y además, un video-resumen de la pintura italiana del Trecento:
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