Alberti trabajó sobre una base ya existente, ya que a mediados del siglo XI se construyó una iglesia medieval. Lo que Alberti hizo fue la remodelación de la fachada, de tipo telón, para cubrir lo anterior con los nuevos sistemas y decoración del momento.
Es curioso que Alberti usara en esta arquitectura renacentista elementos románico anteriores. Alberti aquí utilizó la iglesia de San Miniato al Monti, románica florentina, para usar la misma decoración de mármol verde y blanco, pero también introduce innovaciones inspiradas en la Roma antigua, como la ingeniosa forma de salvar el desnivel entre nave central y naves laterales que queda armoniosa y es un elemento que se volverá a repetir en arquitecturas posteriores.
La parte central de la fachada la remarca con dos columnas, otro elemento clásico que reinterpreta, y emulando los templos de la Antigüedad, con un amplio frontón con un decorado tímpano, Alberti hace su propio lenguaje para resaltar el remate de la arquitectura. No obstante, conserva reminiscencias góticas en la fachada, como el rosetón, aunando tradición y modernidad sin que haya enfrentamiento entre ambos.
Una de las cosas más espectaculares de esta fachada es la espléndida explicación que da de la proporción geométrica que se buscaba en el Renacimiento. Asimismo, vemos que la simetría es algo más que evidente en la arquitectura. Se buscaba la armonía de todas las partes, usando el cuadrado como base de la construcción. La importancia de la geometría en esta obra se debe a que para Alberti, las matemáticas eran una de las portadoras de las verdades de la fe, es decir, una forma de acercarse a la obra perfecta de Dios.
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