Mientras en Europa occidental y, desde luego, también en la Península Ibérica los grupos humanos vivían todavía en la Prehistoria, dentro de alguna de las fases de la Edad de los Metales, en torno al valle del río Nilo, en Egipto, va a iniciar su desarrollo una cultura histórica de gran originalidad y personalidad y que además, empleará ya la escritura como nueva forma de comunicación.
Hacia el año 3000 a.C. encontramos que en esta sociedad, volcada a la agricultura, aparecen formas de autoridad que aseguran la necesaria organización de las comunidades para atender las exigencias derivadas de una actividad agrícola condicionada por las crecidas del río Nilo. Estamos hablando, por tanto, de una sociedad estratificada, cuya cúspide está ocupada por el faraón, supremo gobernante del país, hijo de los dioses, cuando no dios él mismo. Junto al faraón aparecen los sacerdotes, los jefes guerreros y el personal administrativo, que domina la escritura.
Es en este contexto económico y social en el que debemos encuadrar las manifestaciones del arte egipcio: un arte asociado a los grupos poderosos y, sobre todo, a la religiosidad.
En este caso, vemos a Nebamón, noble tebano, representado cazando aves en un pantano, acompañado de su esposa e hija; se aprecia la variación de tamaños según la jerarquía del personaje y la variación del color según su sexo. Además el preciosismo en el detalle del plumaje de las aves, la vegetación y las vestimentas y adornos, características que el estilo de representación egipcio adquirió en tiempos del Imperio Nuevo.
Por lo demás, comentar con las características generales de la pintura egipcia.
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