martes, 21 de septiembre de 2010

Las pinturas de Altamira (18000- 13000 a.C)







Las pinturas de la Cueva de Altamira, uno de los monumentos más impresionantes del arte Paleolítico, fueron descubiertas en 1879, en una época en la que la ciencia oficial no admitía la existencia del Arte en el periodo paleolítico, por lo que la verdadera importancia de estas pinturas no fue apreciada hasta veinte años más tarde.
La cueva tiene un recorrido complejo de 270 metros y un trazado irregular a través de varias salas, todas ellas con pinturas y grabados paleolíticos, entre los que destaca el techo de los polícromos, considerado la Capilla Sixtina del Arte Paleolítico y donde se localizan los famosos bisontes. Las pinturas fueron hechas hace unos 15.000 años, y representan a bisontes, caballos, ciervas, toros, signos y máscaras zoomorfas.
Las pinturas están realizadas con pinturas ocres de origen natural, de color rojo sangre y contornos en negro. En ocasiones, el artista utilizó los salientes de las paredes para dar a las figuras sensación de relieve. En conjunto, se trata de 70 grabados realizados en la roca y cerca de 100 figuras pintadas, en las que merece la pena atender al gran realismo de las imágenes y al excelente uso de la policromía. En definitiva, se puede afirmar que las pinturas de Altamira son el más importante logro de la Humanidad en el periodo paleolítico.
La cueva de Altamira destaca no sólo por ser la primera con arte paleolítico descubierta, sino también por la enorme calidad de las pinturas encontradas en su interior. Por los estudios realizados se sabe que la parte cercana a la entrada estuvo habitada desde el Solutrense hasta muy avanzado el Magdaleniense. Se ha reconstruido todo el programa pictórico que se desarrollaba en la cueva y se sabe que contaba con 38 bisontes, 10 bóvidos, 26 caballos, 14 cabras, 63 cérvidos, 5 jabalíes, 1 mamut, 1 alce, 1 felino, 1 pez, 1 lobo, 10 figuras indeterminadas, 9 antropomorfos, varias manos y casi un centenar de signos, y la zona más destacada es la llamada Sala de los Polícromos, de 18x9 metros.


Al comentar esta obra, lo más importante es exponer estas características generales, comunes a otras similares, como las cuevas de El Castillo, Trois Frères, Niaux, etc

·     Se trata de pintura  parietal: hecha sobre la superficie o paredes  de las cuevas.        
·     Ubicación: en el interior de cuevas.
Posible causa: Las rudas condiciones climáticas a finales de la última glaciación (Würm) obligan a los pintores a trabajar en el interior de las cuevas.

·     La técnica utilizada se caracteriza por su sencillez y perdurabilidad. Los instrumentos utilizados: los propios dedos o manos del pintor o pinceles elaborados con cerdas. A veces se servían de un buril de sílex para perfilar los contornos de las figuras.

Para aglutinar los colores se servían de grasa animal, a la que añadían los pigmentos. Óxido de manganeso para las tonalidades negro-violáceas; óxido de hierro, con una gama entre el ocre y el rojo.. También se hacía uso del carbón y, en ocasiones, de la sangre. Este procedimiento graso resultó ideal para conseguir la adherencia perfecta a las porosas rocas de las cuevas, de modo que absorbidas por éstas y mantenidas en unas constantes condiciones de humedad, temperatura y ausencia de luz, han permanecido durante miles de años casi inalteradas.
Se aprovecharon salientes en la roca para generar sensación de volumen, o la gradación tonal (cambios en la intensidad de los colores) para conseguir bulto efecto muy visible en los rojos-ocre en su fusión con el negro-carbón. Con todo ello se conseguía un gran verismo, que junto con el tratamiento de las proporciones, lograba un gran realismo (naturalismo) en las figuras.
El tipo de perspectiva utilizado fue evolucionando con la experiencia de los artífices. Entre los más comunes se encuentra la “perspectiva torcida” que exige diferentes puntos de vista: bisonte de perfil con los cuernos de frente. El perfil absoluto implicaba dibujar la figura siguiendo una línea paralela a su contorno, mientras que la visión de tres cuartos lograba un mayor naturalismo en la representación.
No hay composición o visión espacial. Las figuras se representan individualmente y aisladas, aunque a veces aparecen conjuntos.

·     La temática de estas pinturas era principalmente animalística; bisontes y caballos constituyen las figuras más representadas, apareciendo también jabalíes, venados y algunas figuras humanas, que parecen ser hechiceros disfrazados con pieles de animales. También aparecen manos, en positivo y negativo dibujos geométricos y otros signos de valor simbólico.

·       En cueanto a la interpretación y el significado de este tipo de arte, podemos ver dos teorías fundamentales:.

La mágica, elaborada por el abate Henri Breuil (1871-1961). La necesidad de la caza para el hombre prehistórico es la base de esta corriente, que considera que la finalidad de las pinturas era la de favorecer la caza de los animales representados (magia simpática o de atracción, propiciatoria). También ante el temor a la extinción de las manadas de animales se dio una magia de procreación, consistente en la representación de animales preñados con el fin de facilitar su reproducción. Tampoco se representaban animales considerados dañinos para el hombre como el oso, el mamut o la serpiente. La ausencia de composición o de visión espacial es otro rasgo característico que refuerza esta interpretación. Las figuras se pintan individualmente, sin formar escenas. Parecen flotar en el espacio y no se sitúan en un paisaje real. Parece, por tanto, que estas pinturas no tendrían un carácter narrativo o decorativo, sino ritual. De este modo, cada animal habría sido pintado en una ceremonia individual, suponiendo el conjunto una suma de pinturas yuxtapuestas. En apoyo de esta teoría pueden servir algunas prácticas rituales realizadas por algunos pueblos primitivos actuales que todavía practican la caza.

La interpretación sexual, elaborada por André Leroi-Gourhan (1911-1986) y A. Laming-Emperaire. Parte de un hecho: los animales más representados eran bisontes y caballos, y ciertos signos abstractos que aparecían junto a ellos podían constituir señales sexuales que los definían. Esto le llevó a conformar pares de figuras según su orientación sexual; el caballo sería lo masculino y el bisonte lo femenino.
 Para concluir, la importancia de esta obra es inmensa, dado que nos encontramos en los orígenes mismos de la expresión estética.

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