martes, 23 de noviembre de 2010

Iglesias de Rávena I: San Apolinar el Nuevo y San Apolinar in Classe (siglo VI d C.)



Exterior de San Apolinar El Nuevo



Nave central y detalle de los mosaicos de San Apolinar el Nuevo

Planta de San Apolinar in Classe


Nave central y mosaicos del ábside de San Apolinar in Classe

1- En el siglo VI, la ciudad de Ravenna fue el foco más representativo de la evolución artística hacia el arte cristiano. Una de las construcciones más fascinantes de esta época es la Basílica de San Apolinar Nuevo, o San Apollinare Nuovo, paradigma del arte bizantino en Occidente.

Teodorico, de procedencia ostrogoda pero criado en la corte romana de oriente, conquistó Ravenna y una gran parte de Italia y estableció allí su reino, respetando la ciudad y contribuyendo a su continuidad artística y cultural. San Apolinar Nuevo fue una gran iglesia de culto arriano que el emperador mandó a edificar en el año 505 entre otras construcciones religiosas. Cabe comentar que unas décadas después también se construyó otra iglesia dedicada al patrono de Ravenna, la Basílica de San Apolinar in Classe.

El edifico tiene un exonártex y tres naves separadas por columnas. La exedra al exterior tiene forma poligonal en vez de la forma semicircular del interior, y su campanille exento de planta circular cuenta con muchos vanos que van aumentando su luz a medida que se va aumentando en altura. Teodorico mandó a realizar la decoración de las paredes y del ábside, aunque lamentablemente esta última se perdió. Abocada a “Nuestro Sr. Jesucristo”, la iglesia fue renombrada como “San Martín” cuando pasó a manos de los católicos, alterando algunos de sus mosaicos.

La decoración mural está dividida en 3 registros. En la parte inferior nos encontramos con dos grandes procesiones cortesanas, tema de tradición bizantina, donde el rey Teodorico y su corte salen de palacio y llevan ofrendas a Cristo, que aparece sentado en un trono flanqueado por ángeles. Frente a este está el otro cortejo de mujeres, encabezado por la reina, que lleva ofrendas a la Virgen y al Niño.

Cuando Justiniano subió al poder, realizó ciertos cambios en esta decoración, puesto que estaba dedicado al culto arriano y no se podía permitir eso en la iglesia más importante de Ravenna. Por lo tanto, Justiniano mandó a sustituir los cortejos reales cortejos de Santos y Santas. Asimismo, mantuvo el palacio y el puerto de la ciudad, tanto como las figuras de Cristo, la Virgen y la Epifanía.

En el nivel medio, entre las ventanas, se ven personajes vestidos de blanco que se identifican con profetas o santos en un fondo dorado y sobre suelo verde. En la parte superior se ven 26 escenas de la vida de Cristo dedicados a sus milagros y a la Pasión. Aunque son escenas simples, destaca la evolución del arte paleocristiano a bizantino.

2- San Apolinar in Classe debe su nombre a su localización, ya que se encuentra en Classe, el suburbio portuario cercano a Rávena.
El ábside de San Apolinar en Classe tiene un gran carácter dogmático y simbólico. En el centro inferior del ábside, de estilo claramente bizantino, aparece Apolinar en posición orante. Este símbolo iconográfico del mártir, en ocasiones entre sus discípulos, podemos encontrarlo si nos remontamos a los tiempos antiguos de las catacumbas y, más tarde, de los martyria paleocristianos. La posición se adquiere a la hora de orar por la salvación del alma. Forma Parte del ciclo de la recomendación del alma. Como vemos, el santo se encuentra en medio de un espléndido jardín de múltiples árboles y frutos de los cuales picotean diversas aves, que simbolizan la Eucaristía (Apocalipsis XXII, 1-5). El jardín en conjunto es un símbolo del paraíso. Además, observamos que San Apolinar se sitúa entre doce ovejas que, en principio, podrían interpretarse como los doce apóstoles de Cristo, pero que, en este caso, son reflejo de los primeros cristianos de Rávena. Esta iconografía era poco habitual en el siglo VI, pero quizá se tomó como fuente un texto de Pedro Crisólogo que comparaba al santo como un pastor de ovejas.
Sobre el santo observamos una imagen que mezcla lo narrativo y lo simbólico. Se trata de la transfiguración de Cristo. En el centro, a lo alto, surge la mano divina de Dios padre de entre las nubes, que señala un medallón repleto de estrellas en medio de la bóveda estrellada, emana una cruz llena de piedras preciosas, la cual lleva el retrato de un Jesús a la manera siríaca (barbado) en la intersección de los brazos. A ambos lados del testero de la cruz, aparecen el alfa y el omega que simbolizan el principio y el fin y que son símbolo de eternidad al igual que el círculo del medallón, ya que un círculo es algo eterno. Encima de la cruz, se lee "ijzus" (transcrito al castellano), que en griego significa pez, y, en acróstico, emana de cada letra una palabra que forma la siguiente frase: Jesús Cristo, hijo de Dios salvador. A los pies de la cruz, se lee en latín Salus Mundi, aludiendo a que Cristo es el salvador del mundo. A ambos lados del medallón pueden verse los profetas Moisés y Elías. Moisés representa la ley antigua y Elías es el máximo profeta. Más abajo, entre el bosque, tres ovejas miran hacia la cruz, simbolizando a los tres apóstoles que toman parte en la transfiguración de la que antes hablábamos: Pedro, Juan y Santiago. Esta versión cambia la figura de Cristo por la de una cruz con una pequeñísima imagen suya. La cruz con piedras se refiere a la cruz Gemmata: Santa Helena, mujer de Constantino, encontró la vera cruz y la mandó recubrir de plata y de piedras preciosas. La bóveda estrellada hace referencia al texto de mateo XXIV, 30: “Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre. Todas las razas de la tierra se golpearán el pecho y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo, lleno de poder y de gloria”. Esto es un anuncio del juicio final, la segunda venida de Cristo. Concluimos, pues, en que la escena representada es la representación de que el perdón de los pecados se obtiene gracias al sacrificio de Cristo y San Apolinar, orante intercede por sus fieles ante el crucificado para que las almas lleguen al paraíso.

Bajo esta compleja escena iconográfica y entre el cuerpo de ventanas del ábside retratados en nichos y coronados con coronas votivas, encontramos a las cuatro primeros obispos de Classe retratados en los mosaicos: Severus, Urso, Eclesio y Ursino. A modo de principio y cierre de la fila de ventanas, encontramos dos imágenes que representan sacrificios, el sacrificio de Isaac, y en el lado opuesto el sacrificio del paan y vino del sacerdote-rey de Melquisedec.

El arco triunfal donde se enmarca el ábside también tiene una interesante iconografía en sus mosaicos. Empecemos a analizarlo en registros horizontales desde la parte inferior hacia la parte alta. En primera instancia encontramos a Pedro y Pablo.
Sobre ellos vemos a los arcángeles Gabriel y Miguel vestidos a la manera imperial, portando enseñas con la triple hagios, símbolo de la santa Trinidad, añadiendo al conjunto solemnidad. Sobre ellos, se alzan dos palmeras que dan sus frutos, nueva alusión a la Eucaristía citada en Apocalipsis XXII, 1-5. En el registro siguiente doce ovejas salen de unas puertas que parecen murallas, que quizás representen a Jerusalén y Belén, y que parece que ascienden por una verde montaña hacia el registro superior en el que se representa la visión apocalíptica de San Juan (Apocalipsis IV, 2-11). Se nos muestra este último registro envuelto en nubes, en el centro, rodeado de un círculo que simboliza eternidad y encontramos a Cristo con su característica nimbo crucífero y portando el libro de los siete sellos apocalípticos. Alrededor de él se sitúan los tetramorfos alados, portando los evangelios y dirigiéndose hacia Cristo (el tetramorfos al adoptar cuatro formas diferentes podemos descifrar que toma la iconografía de la visión apocalíptica de Juan y no la del profeta Ezequiel que describe al tetramorfos como cuatro seres con 4 formas cada uno).

Para ver más imágenes de iglesias de Rávena, visita esta web:
http://www.vista.it/zoom/comra/web/index.htm

1 comentario:

Unknown dijo...
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