martes, 3 de mayo de 2011

Velázquez, Retrato del Papa Inocencio X,



Fue durante esta segunda estancia en Roma, cuando Velázquez pinta al Papa. En este magnífico retrato, Velázquez muestra una técnica suelta y decidida así como una gran habilidad para representar los rasgos psicológicos del retratado. Fue pintado en 1650. Tenemos ante nosotros otra obra cumbre del segundo viaje a Italia del pintor y se considera su mejor obra como retratista. "El retrato que hizo al papa Inocencio X no tiene parangón en el mundo", dice Xavier de Salas. El propio pontífice así lo reconoce cuando exclama al descubrirlo: "Troppo vero" (¡Demasiado verdadero!). Representa al Papa sentado en un sillón, vestido con encajes blancos realizados con rápidos brochazos que anticipan el impresionismo. La sinfonía de los rojos de distintas tonalidades se esparcen por el cuadro: en el sillón, en la casulla papal, en el gorro... El Pontífice sostiene en la mano un pliego de papel con la petición de Velázquez para que interceda a su favor ante el rey de España para conseguir el título de don. De todo el retrato destaca el rostro, tan incisivo y natural del Papa, que sobrecoge.

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