Calificada por Mark Twain, en un diario de viaje llamado A tramp abroad como “la pintura mas grosera, vil y obscena del mundo”, este óleo muestra un desnudo sexualmente sugerente de Venus, que cómplice mira a su espectador como si estuviera invitándolo a poseerla… lo mitológico e ideal se funde así en lo propiamente humano y carnal. Creeríamos, en principio, que Mark Twain no hubo de experimentar emociones muy fuertes en su vida, pero la realidad del cuadro es todavía mas oscura, ya que fue un encargo de Guidobaldo della Rovere, hijo de Francesco María della Rovere y Eleonora Gonzaga, duques de Urbino. Algunos estudios señalan que la Venus es un retrato de la duquesa Eleonora. Por lo que surge una pregunta: ¿Cómo de retorcido es Guidobaldo si le ha encargado a Tiziano hacer un cuadro de su propia madre y éste lo ha hecho con una expresión deseosa de sexo? O Guidobaldo o Tiziano, alguno de los dos, tenía serios problemas.
La Venus, situada en primer plano, mira de forma directa al espectador con cierta provocación.
Con sus manos sujeta unas flores y se cubre sus partes íntimas, el cabello que cae sobre sus hombros refleja erotismo intencionado por parte del pintor.
La imagen de esta Venus pone en evidencia el alejamiento que quiere plasmar Tiziano del idealismo del Renacimiento italiano. Estaríamos delante de una representación real de una mujer concreta, olvidando imágenes que muestran el ideal de belleza.
Es evidente que la mayor diferencia con la Venus típica y tradicional, es que la joven del cuadro aparece consciente y orgullosa de su belleza y su desnudez. La joven mira de un modo cómplice y decidido al espectador y algo también a destacar es la situación del pubis de la joven que aparece justo en el centro de la composición.
El color pálido del cuerpo contrasta con la oscuridad del fondo y del colchón. Esta combinación de contrastes persigue y consigue que la mirada del espectador se centre única y exclusivamente en el cuerpo de la mujer. Además el artista proyecta un potente foco de luz sobre el cuerpo de Venus que hace que el conjunto adquiera una mayor veracidad.
Otro elemento a destacar es el perrito que descansa a los pies de la joven. Esta es otra señal de que no nos encontramos ante una diosa sino ante una mujer real, una mujer de carne y hueso. Respecto al perro también hay que decir que es símbolo de fidelidad aunque en la imagen de la Venus de Urbino aparece dormido.
Una vez que hemos analizado el primer plano y a la Venus, hay que hablar del fondo de la estancia. En este fondo se puede apreciar una ventana que permite ver el cielo, un árbol, leves reflejos de una laguna y a dos jóvenes que se afanan en buscar ropas en un arcón.
Finalmente, respecto a la perspectiva, el gran maestro Tiziano no podía descuidarla y en este caso la consigue perfectamente a través de las baldosas, el árbol y la columna situada al fondo.
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