Fue pintada en 1495-1498 en el Refectorio del Convento dominico de Santa María de las Gracias, en Milán. La técnica utilizada es óleo y temple sobre muro. Es una obra monumental (4,20 x 9,10 ms.). A Leonardo no le interesaba el procedimiento del fresco ya que su rápido secado exigía prontitud de ejecución y el artista necesitaba tiempo para estudiar cada detalle. Ante esta circunstancia trató de inventar un sistema que le permitiera pintar al temple en la pared. El resultado fue poco afortunado y la majestad y belleza del tiempo en que la realizó se ha desvanecido.
Leonardo, siguiendo las leyes de la perspectiva lineal, agranda ópticamente el muro frontal del refectorio con un cenáculo (comedor) fingido. El recurso utilizado consiste en hacer converger las líneas de fuga hacia las tres ventanas abiertas a las espaldas de Cristo, que dan profundidad y luz natural a la estancia. La posición de los discípulos detrás de la mesa y agrupándose en tríos, es nueva. Hasta entonces solía situarse a Judas aislado en frente del resto de los comensales.
La escena recoge le momento en que Jesús comunica a sus discípulos que uno de ellos le va a traicionar y entregar. El artista tiene que plasmar dos aspectos (según su Tratado della pintura): el hombre físico y los movimientos del alma; lo primero es fácil, lo segundo no, porque tiene que representarlo a través de actitudes y gestos de los personajes. Leonardo visualiza este “movimiento del alma” en el dramatismo de los discípulos y sus reacciones de incertidumbre e interrogación ante el anuncio de la traición. Sólo uno comprenderá las palabras de Cristo: Judas, que se siente descubierto y exterioriza la conciencia del peligro, estrujando con inquietud la bolsa de monedas. Las palabras de Jesús hacen
reaccionar a sus discípulos y sus caras expresan sorpresa, incredulidad, estupor, indignación, dolor, amor...Para un análisis más detallado de cada parte, pulsad aquí.
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