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domingo, 20 de marzo de 2011

Giorgione, La Tempestad, 1508


Giorgione y Tiziano retocaban las pinturas del otro, o se ayudaban a terminarlas. Si consideramos eso, junto al estilo parecido de los dos y al hecho de que Giorgione firmó solo una de sus pinturas, la autoría de muchas otras sigue siendo un misterio, pero La tempestad, sin embargo, es una de las pocas obras que pertenecen exclusivamente a Giorgione y se considera generalmente como el primer paisaje de la pintura occidental.

Se trata de una pieza clave para comprender uno de los cambios más importantes ocurridos en la pintura veneciana a lo largo de toda su historia. Hasta este momento, la figura y el paisaje eran unidades independientes, pero aquí se nos muestra un paisaje que no es un simple fondo o escenario para situar unos personajes, sino que es coprotagonista en el cuadro. Los elementos de la naturaleza son tratados con la misma importancia que los seres humanos.

Aunque posee infinidad de símbolos, nadie sabe exactamente de que se trata o, para el caso, si se trata de algo en concreto. Hay diferentes teorías, pero en el conjunto de la obra completa, parecen completamente forzadas.

En el cuadro, observamos a la derecha una mujer dando de mamar a un bebe. Se piensa que es una gitana o una prostituta, pero lo verdaderamente interesante es que el bebe mama a un costado de la mujer y no, como comúnmente lo haría, en su regazo. En esta extraña posición, la mujer expone su sexo al espectador, por lo que se descarta que sea algún tipo de figura femenina idealizada. A la izquierda de la obra, vemos un soldado, otro gitano o un pastor que en su mano sostiene un cayado y mira hacia la derecha, aunque no mira en dirección a la mujer. El análisis de rayos X que se hizo al lienzo descubrió que, antes de pintar al pastor o soldado, Giorgione había pintado en su lugar a otra mujer desnuda.

Detrás del hombre, vemos algún tipo de ruinas con columnas quebradas que, generalmente, se asocian con la muerte. Al fondo de la composición, se observan las construcciones de una ciudad desértica bajo la sombra de una tormenta eléctrica.

Mas allá de los elementos separados, el primer plano se destaca por su atmosfera apacible y tranquila, mientras el fondo se encuentra en extrema tensión, con relámpagos y oscuros nubarrones. Creo que Giorgione planteó este contraste adrede, porque retrata la escena en el momento exacto antes de que ambos planos se fusionen, es decir, antes que los personajes se encuentren dentro de la tempestad.

Con todo, el principal valor del cuadro no radica en el tema sino en su fuerza sugestiva. Giorgione ha conferido al ambiente una capacidad de comunicación insospechada en la pintura anterior. Toda la escena está impregnada de una atmósfera poética que atrae al espectador para hacerle participar con sus emociones en el cuadro. Hay aquí un nuevo concepto de la pintura que trasciende el propio clasicismo renacentista. La realidad no está descrita como "se ve" sino como "se recuerda", lo que determina un esfuerzo de unidad y síntesis. Conscientemente, Giorgione crea un ambiente de ensoñación que introduce el protagonismo de lo subjetivo en la creación pictórica.

Por otro lado, técnicamente Giorgione pinta en una armonía cromática luz y color. Las sombras resultan coloridas y cada parte del cuadro importa por sí mismo. El cielo azul plata rasgado por la luz del rayo es excepcional y la mancha verde azulada del riachuelo trasmite la idea que el pintor concibió la obra no como un dibujo coloreado, sino como una obra donde el pigmento era la base de la obra. De hecho, es la riqueza de tonalidades lo que proporciona un carácter mágico al ambiente. Este rasgo es de una modernidad para la historia de la pintura absoluta y es lo que explicaría la influencia de su obra en la pintura contemporánea.



Para ver más detalles de esta misteriosa obra, pulsad aquí.

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