Como ya se ha dicho, la realización de la segunda puerta del baptisterio estuvo precedida por un concurso artístico entre los mejores artistas de la época y en el que participaron Ghiberti, Brunelleschi, della Quercia, Lamberti y otros. El tema fue El sacrificio de Isaac tomando como dimensiones y formato las cuadrifolias de la puerta de Pisano. De los proyectos presentados se conservan los de Ghiberti y Brunelleschi. Los jueces de la comisión dieron el encargo al primero haciendo prevalecer la elegancia del desnudo y el efecto pictórico frente al realismo del segundo. También fue determinante para el triunfo un nuevo método de trabajo que permitía realizar el fondo del relieve y las figuras de una sola pieza ahorrando costes. Aún así se tardó veinte años en realizar el conjunto contando Ghiberti con un taller donde trabajaron como discípulos Donatello o Ucello.
La puerta consta de 28 paneles en cuadrifolias, como la puerta sur. Los 20 cuarterones superiores narran episodios del Nuevo Testamento, desde la Anunciación al Pentecostés. Los 8 inferiores representan a los cuatro evangelistas y a los padres de la Iglesia. En la imagen de abajo puedes ver el conjunto con la mención de los temas.
Las figuras revelan todavía una sensibilidad gótica en la perfección de los contornos, pero también manifiestan una gran fidelidad y realismo a la naturaleza en el modelado de los cuerpos y en los gestos. Las primeras escenas, como La Anunciación, recuerdan los de Pisano en la curvatura de los cuervos y el desinterés por crear la ilusión de profundidad espacial. Después, y a medida que el trabajo del artista se prolonga en el tiempo, se observa una atención creciente por las reglas de la perspectiva central, que acababan de ser descubiertas, como podemos apreciar en el cuarterón que representa a Cristo niño entre los doctores de la Ley.
En esta misma escena podemos el fino trabajo de modelado volumétrico de los cuerpos bajo los ropajes y escorzos interesantísimos que centran la composición y crean profundidad. La expresión también está trabajada: los sabios sacerdotes reunidos ante el niño son presa del desconcierto y el asombro. Aún más expresivo y, sobre todo, dinámico es el relieve de Cristo expulsando del templo de Jerusalén acambistas y comerciantes. La sensación de movimiento es total gracias a la atrevida composición y a la disposición del denso grupo de figuras interrelacionadas.
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