La escultura durante el periodo del arte gótico se ve afectada por una serie de cambios sociales y económicos que alumbran una nueva sociedad. El mismo fenómeno que en el campo de la arquitectura supone una transformación radical del lenguaje constructivo con la aparición de la catedral como edificio característico de este periodo, se advierte también en la escultura. Así, la escultura monumental comienza a liberarse progresivamente del férreo marco arquitectónico al que estaba sujeta durante el periodo románico, adquiere también mayor movilidad y gana progresivamente en naturalismo. Por otro lado, frente al sentido calígráfico de figuras y ropajes característico en el románico, se acentúa ahora el sentido volumétrico de las figuras. Incluso se abre paso un naturalismo o realismo gestual gracias sobre todo a la utilización de una sonrisa medio esbozada, poco conseguida todavía desde el punto de vista expresivo, un tanto bobalicona en realidad, pero que resulta muy característica. Asimismo los cánones de proporcionalidad son más clásicos, introduciéndose un mínimo contraposto.
La temática también varía: sigue adoptándose una intencionalidad didáctica, pero bajo una distinta concepción cristiana, el tema del tímpano suele ser el Juicio Final o Cristo Triunfante (resucitado y mostrando sus estigmas); en ocasiones aparece el tema de la Virgen: en las arquivoltas, se despliegan coros angélicos o los ancianos del Apocalipsis; y es asimismo característico que las representaciones de Cristo o la Virgen se sitúen en el mainel, en un gesto de proximidad al creyente por parte de un dios que pretende ahora ser más amable y humano y menos severo que el de época románica, caso por ejemplo del Beau Dieu de la Catedral de Amiens.
A todo ello se añaden imágenes coronadas y santos en las jambas, aderezado todo ello con otros elementos ornamentales nuevos, tales como doseletes, coronando las figuras; gabletes sobre las puertas; y pináculos en los remates del edifico, que van paulatinamente recargando el conjunto exterior de los edificios góticos.
El grupo de la Anunciación y la Visitación se localiza en la Portada Occidental de la Cateral de Reims, y es obra de varios maestros, algunos de los cuales habían trabajado ya en Amiens, aunque parece claro que cada uno de los dos temas están resueltos por diferentes talleres cuyo estilo presenta diferencias fáciles de distinguir.
Concretamente el grupo de la Visitación (María y Santa Isabel, madre de San Juan Bautista) denota un tono clasicista o "Antiquitizante", sobre todo por el trabajo realizado en los paños y los rostros. Tanto es así que se le vincula a modelos clásicos procedentes de un taller romano del s. I d.c : las dos figuras aparecen togadas y con pliegues minuciosos; a su vez los rostros están igualmente trabajados con un esmero naturalista que recuerda ejemplos clásicos. Otra de las grandes novedades es la perfecta interrelación psicológica conseguida entre las figuras, mirándose entre sí dialogantes, y también la liberación del marco arquitectónico, que consiguen precisamente con esas actitudes.
La mayor ampulosidad de los paños, el marcado contraposto de las figuras y el tono en general preciosista, completan el creciente naturalismo del grupo y su nuevo sentido del movimiento.
El autor de la pareja que forman la Virgen y el Angel de la Anunciación, denota en cambio una procedencia distinta de la del grupo anterior. En este caso, la tendencia clasicista se ve sustituida por una opción más lírica, más sensible, que algunos denominan "opción amable" y que en ocasiones se acerca peligrosamente a la frontera de lo afectado o de lo cursi. La expresión insiste tanto en subrayar ese tono delicado y sensible que hemos apuntado, que exagera su gesto amable hasta adquirir un mohín o sonrisilla arquetípica, estereotipada, que dibuja una expresión ingenua, que aún no acaba de culminar un proceso expresivo. El contraposto en este caso es más sutil, lo mismo que su canon alargado y fino, de una exquisitez cortesana muy del gusto de la época
La repentina variación formal entre ambos grupos se debe a la paralización de los trabajos después de la revuelta urbana que sufre la ciudad en 1233 y que supone una reanudación postrera de los trabajos, con artistas distintos y otras tendencias.
La obra en su conjunto resulta de una importancia extraordinaria en la evolución plástica de la escultura medieval, porque es precisamente este grupo el que representa una ruptura definitiva con la concepción de la escultura como un complemento de la arquitectura, adquiriendo ahora una libertad, un dinamismo y una valoración en sí misma, nuevas.
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