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sábado, 29 de enero de 2011

Majestad Batlló





Si el Cristo que figura representado en la imagen de aquí pudiese recobrar la vida, su anatomía resultaría del todo imposible, dado que en ese caso la longitud de sus brazos extendidos sería aproximadamente casi equivalente a la altura total del cuerpo. Estamos hablando de la famosa Majestad Batlló, una de las mejores representaciones de un crucificado realizadas en la escultura románica española, procedente probablemente de un taller asentado en las comarcas del Ripollés o de La Garrotxa, situadas ambas al norte de la provincia de Gerona y que debió realizarse en torno a mediados del siglo XII.



La descripción de esta escultura de madera es bien sencilla: nos muestra un crucificado completamente vestido con una larga túnica talar, anudada a la cintura, que queda sujeto a la cruz mediante cuatro clavos y que no presenta ningún signo de dolor o sufrimiento, siendo evidentes los rasgos de frontalidad e hieratismo que caracterizan en gran medida la mayor parte de la producción escultórica románica. Todo el conjunto queda policromado al temple, destacando la decoración de la túnica, a base de figuras geométricas en azul, rojo y verde, así como la leyenda visible en el brazo vertical de la cruz: "Jesús Nazareno, rey de los judíos". La obra se efectuó uniendo diversas piezas de madera de ciprés y adosándolas a la cruz y de ella se han perdido por completo los pies, faltando también algunos dedos de las manos. No se muestra la corona de espinas que tan habitual será en los crucificados de época posterior. Por lo demás, y dada la decoración que presenta la parte posterior de la escultura, se ha tenido en cuenta la posibilidad de que se trate más bien de una cruz procesional que de una talla pensada para ser colocada en un altar.

Sin embargo, hemos de decir que el eje de simetría que nos muestra esta majestad catalana resulta parcialmente alterado por la disposición de la cabeza, que se inclina levemente hacia el lado izquierdo. Hay en ella un cierto contraste entre el detalle con el que se han tallado la barba y el cabello peinado en bucles y el esquematismo del hierático rostro de Jesús que, muestra una mirada ausente, como ajena al propio hecho de la crucifixión, de forma que nos hallamos ningún signo de dolor o sufrimiento en este rostro.


Tanto la disposición de la figura como los motivos decorativos nos remiten a modelos iconográficos procedentes de Oriente, en concreto del imperio bizantino, de modo que podemos considerar a la Majestad Batlló como el paradigma de un tipo de crucificado que se extendió por el norte de España en esta época y del cual se conservan otros ejemplares en la misma Cataluña. Se ha asociado este tipo de representación indolora del cuerpo del crucificado a la intención de transmitir a los fieles un claro mensaje simbólico, cual sería que Jesús, muriendo en la cruz, acaba por vencer a la propia muerte, evidenciando al mismo tiempo su naturaleza divina y no exclusivamente humana.

En todo caso, acostumbrados en España como estamos a los Cristos crucificados propios del barroco, con la explícita representación del dolor, el sufrimiento y la muerte, no puede dejar de llamarnos la atención esta imagen serena que esculpió un humilde escultor allá, cerca de los Pirineos. Tal vez no tenía muchos otros modelos a la vista, quizás transmitió a la madera su propia idea de lo que significaba su mismo Dios en la cruz.

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