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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Ceramica: Vaso Francois, Ergotimos y Klitias, 570 a de C.




La cerámica griega alcanzó una importancia artística en su momento y una relevancia histórica con posterioridad, que justifican ampliamente el interés de su estudio. No sólo por la importancia de las piezas en sí mismas, sino también porque resultan un reflejo de la pintura griega, como lo demuestra el hecho de que muchos de los alfareros o decoradores alcanzaran las misma fama que muchos escultores o pintores (caso de Clitias, Ergótimos, Amasis, Exequias, Eufronios, etc). Por otra parte, al haberse perdido casi en su totalidad cualquier resto de pintura griega original, las obras conservadas en la cerámica nos permiten acercarnos, aunque sea pálidamente, a sus características, ya que formalmente no parece que se diferenciaban mucho ni sus recursos plásticos, ni iconográficos.

La cerámica griega cuenta además con una precisa periodización que permite dividir con claridad cada uno de los estilos y periodos en que podemos estudiar sus obras:

En el Periodo Geométrico, en plena expansión comercial helena por el Mediterráneo, la cerámica se convierte en el principal producto artístico del momento (Siglos IX-VIII a.c). Se trata de una cerámica fundamentalmente ática, de tradición micénica, y caracterizada sobre todo por motivos de tipo geométrico (con abundantes grecas, característica decoración griega configurada por un "meandro" de lineas rectas) entre los cuales se intercalan pequeños motivos principalmente zoomórficos. El ejemplo más característico sería el Ánfora del Dipylón, del S. VIII a.c. (Museo Nacional de Atenas).

Aunque los dos estilos principales de la cerámica griega son los llamados de Figuras negras y Figuras rojas. La cerámica de figuras negras surge a partir del S. VIII a.c. y se desarrolla concretamente en Corinto. Constituye una nueva fase de la evolución ceramista, distinta tanto en los temas como en las técnicas. En efecto, se multiplicaron las formas de los vasos (ánforas, cráteras, hidrias, oinochoe, kilix, ritón, alabastrón, lekitos, etc) y se ampía el repertorio temático, inundado ahora por animales reales y fantásticos, y figuras humanas. Técnicamente la aportación más importante consiste precisamente en la aparición de las denominadas figuras negras, representación de figuras en silueta negra sobre el fondo claro del barro, complementando la representación con detalles realizados a punzón. El enorme éxito de esta técnica explica que se amplíe hacia otros centros alfareros y concretamente al Ática, donde la cerámica de figuras negras alcanza su plena madurez durante los siglos VII y VI. a.c. Tal vez el ejemplo más popular de este periodo sea el conocido Vaso François, realizado por el ceramista Ergótimos y el pintor Klitias en el 570 a.c (Museo Arqueológico de Florencia), que hoy estudiamos

Por su parte, la cerámica de figuras rojas aparece como una nueva propuesta artística, a pesar del éxito y la popularida de la cerámica de figuras negras. A partir del S. VI a.c. se empieza a experimentar una nueva técnica en el taller de Exequias que progresivamente irá sustiuyendo a la anterior. Es así denominada, de figuras rojas, porque viene a ser el inverso de la anterior, ya que ahora es el fondo el que se cubre de negro y las figuras las que quedan así destacadas por el color rojizo del barro. Es además más preciosista y delicadada en su ejecución, de tal manera que los detalles que antes se terminaban a punzón, ahora se terminan con finas pinceladas. El tono general es más sobrio y las figuras ganan en volumen y modelado, lo mismo que las composiciones que son más complejas, en línea con la propia evolución que en esa época se va gestando en la escultura y suponemos que en la pintura también. Obras en esta técnica se fueron prolongando en los siglos venideros, lo mismo que las negras, que no desaparecieron completamente, por eso la piezas conservadas son numerosas, aunque se podrían destacar en esta fase las obras de Cleophrades, uno de los artistas de estilo más personal por el volumen y la animación de sus figuras.

Como ya hemos indicado anteriormente el Vaso François (así llamado en honor de su descubridos Alessandro François) es uno de los ejemplares más conocidos de la cerámica de Figuras negras.

Siguiendo todavía una tradición propia de la época geométrica, la representación figurada se dispone en frisos superpuestos. En ellos se resumen una serie de imágenes de leyendas griegas: El cortejo de Dioses que acuden a las bodas de Tetis y Peleo, padres de Aquiles, cacería del jabalí de Calidón, muerte de Troilo ante los muros de Troya, etc. La obra en conjunto logra un hermoso ejemplo de armonía compositiva y solidez técnica. En efecto, la pieza realizada por Ergótimos es de una proporción tan conseguida y de una forma tan lograda que ya por sí sola la crátera es una maravilla. Pero en este caso enriquecida por las pinturas de Klitias: Un total de 270 figuras se integran en las bandas superpuestas y en las asas, junto a numerosos letreros e inscripciones que le sirven de explicación.

Destacan sobre todo por la claridad del dibujo, la precisión a veces miniaturista de las incisiones, la representación tan limpia y el ritmo constante de toda la representación. Su composición es cerrada en los extremos de las figuras aunque abierta en el centro, lo que otorga a toda la narración un efecto de "escena cerrada". Todo ello y sobre todo la peculiaridad del dibujo preciso y geometrizante de la época explican la fama de una pieza tan cautivadora.

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