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martes, 26 de octubre de 2010

Kuroi, Época Arcaica (siglos VIII-VI a de C.)

Se conoce con este nombre a una serie de estatuas que muestran a jóvenes varones, que aparecen completamente desnudos, con una pierna más adelantada que la otra, durante el período arcaico del arte griego (s. VIII-VI antes de Cristo), ya que la palabra “kouros” (plural “kouroi”) significa “hombre joven”. Durante mucho tiempo fueron conocidos como “Apolos”, ya que se creía que representaban al dios de ese nombre, pero posteriormente se llegó a la conclusión de que constituían exvotos dedicados a un dios y colocados en su santuario como forma de culto o bien eran una especie de “memorial” de un hombre, tal vez un joven atleta muerto tempranamente, para ser colocado sobre su tumba rindiéndole así homenaje. Los primeros Kouroi arrancan del arte egipcio, tanto en su forma general como en su técnica. Los egipcios dibujaban los contornos de la figura a tallar en tres o cuatro caras de un bloque de piedra, mostrando en la parte anterior una vista frontal y de perfil en los costados. Luego cincelaban poco a poco hacia adentro, quitando piedra hasta alcanzar la profundidad del dibujo. Éstos se realizaban a partir de un esquema fijo de proporciones (una unidad llegaba al tobillo, seis hasta la rodilla, etc.) y, así al acabar la obra las vistas frontal y laterales se unían. Los griegos adoptaron este sistema y en los primeros momentos también sus proporciones. Es por lo que los primeros kouroi conservados nos recuerdan a las estatuas egipcias. Egipcios y griegos apreciaban la simetría natural del cuerpo humano en sus ojos, orejas, brazos y piernas y, la subrayan manteniendo la figura erguida derecha, mirando al frente, repartiendo el peso en las dos piernas, con lo que la simetría se construía sobre un eje vertical. Pero la simetría sobre un eje horizontal era otra cuestión, ya que la forma humana no la propicia. Pese a ello los escultores griegos inventaron una especie de ejes horizontales, partiendo de uno imaginario a nivel del ombligo, que servía de centro a un dibujo simétrico a cada lado (en forma de “uve”), constituyendo el pliegue inguinal en la parte inferior y el final de las costillas en el superior; imaginaron otro, creando otra línea horizontal a medio camino entre la clavícula y los pectorales, dibujando a ambos lados de la misma, semicírculos, correspondientes los inferiores a los pectorales y los superiores a la línea de la clavícula. Luego repiten estos esquemas a menor escala en otras partes del cuerpo, como por ejemplo la “uve” del torso en el ángulo del codo o la “ese” de pectorales y clavícula en la rótula. Las formas se repetían con exactitud. Así la línea de la ceja sigue la línea del párpado superior, el pelo largo se esculpe con una especie de protuberancias, como si fuesen cuentas del mismo tamaño, que contrastaban plásticamente con la lisura de la piel del cuerpo, ya que la melena cae por la espalda como si fuese un velo, etc. Presentan también una arquetípica forma de hacer la boca, que dibuja en un rictus peculiar la conocida como “sonrisa arcaica”.
Algunos ejemplos de estos kuroi los tenemos a continuación:
Kuros de Anavyssos

Apolo Piombino

Jinete Rampin
Moscóforo

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