El arte mobiliar prehistórico está
representado por pequeñas esculturas
(en bulto redondo o en relieve) y placas grabadas.
En la escultura son muy características las figuras
femeninas de pequeño tamaño (de 5 a
45 cm.), en las que se acentúan desmesuradamente los rasgos
femeninos: son las llamadas “Venus”, de las que hablaremos a continuación, pero no son las únicas manifestaciones, pues destacan también por su interés los llamados “propulsores”
y los “bastones de mando”,
tallados en hueso o asta de reno, por
su riqueza decorativa.
En
todas las culturas del Paleolítico Superior se practicó el
grabado sobre placas calizas, cantos
rodados, losas y huesos. Los motivos
son geométricos o figuras de animales,
que con frecuencia se superponen.
Hay que indicar que son de una ejecución muy cuidada; el escultor puso una gran atención en resaltar los detalles que le interesaban, descuidando los que consideraba inútiles, como los pies, los brazos y las manos, y especialmente la cara. Por lo general han sido encontradas en lugares de habitación, si bien hay que tener en cuenta que muchas fueron halladas hace mucho más de medio siglo. Constituyen en su conjunto más de dos tercios del total de la pequeña plástica del arte cuaternario. Curiosamente, faltan en la Península Ibérica -a pesar que a veces se citan dos ejemplares, El Pendo y La Pileta-, pero, en cambio, su repartición geográfica se extiende desde Francia e Italia, por la Europa central y oriental, hasta las llanuras de Siberia. Son bien conocidos los ejemplares de venus procedentes de Sireuil, Brassempouy, Lespugue, Tursac, Grimaldi, Savignano, Willendorf, Vestonice, Predmosti, etc. Si a las venus sumamos las representaciones parietales, su número se acerca a las doscientas.
¿Qué nos dice esta masa de documentos? Ante todo pone en evidencia el lugar preeminente de la mujer en la sociedad paleolítica. Incluso cabría hablar de santuarios femeninos, como el ya citado de Angles-sur-I'Anglin, con sus bajorrelieves de venus de medio cuerpo y acentuado sexo. Hacia el 30000 a. de C., mientras que para los animales se nota un esfuerzo de realismo visual, el primer signo que se encuentra representa un órgano genital femenino. Se podrá discutir si se trata de representaciones realistas o de símbolos. Lo que ciertamente manifiestan es un gran poder de abstracción al figurar la parte por el todo.
El significado concreto de las venus se nos escapa. Pudieron ser representaciones de la gran madre o de la abuela del grupo social, la protectora de los animales, la diosa de la fecundidad e, incluso, ideales de belleza.
Pero si queremos avanzar más en el conocimiento del papel de la mujer en la sociedad paleolítica a través de sus imágenes, debemos trasladarnos a la Europa central y oriental y a Siberia. Las circunstancias del hallazgo de las venus de Elisseevici (Ucrania) y de Willendorf II (Austria), demuestran que, en algunas ocasiones, estas estatuillas coronaban amontonamientos de ofrendas. B. Klíma puso en relación una pequeña lámina de marfil de Dolní Vestonice (Wisternitz, Moravia), que lleva el grabado de una cabeza caricaturesca y asimétrica, con el esqueleto de una mujer de unos cuarenta años de una tumba del vecino yacimiento de Pavlov que presentaba un defecto en uno de los lados de su cara. ¿Retrato? El propio Klíma ha subrayado el papel que sin duda tenía la mujer en cuestiones rituales dentro del marco doméstico. Más hacia el este, algunas estatuillas fueron encontradas dentro de las cabañas. En Gagarino (Ucrania) se descubrieron siete venus colocadas a lo largo de las paredes internas de una cabaña de forma oval, de 5,5 metros de longitud, y con un hogar único, lo que hace pensar que aquellas eran de propiedad individual y estaban situadas en el lugar que cada persona tenía destinado para dormir. En el campamento de Mal'ta (Angara), con sus cabañas alargadas, probablemente colectivas, se encontraron las figurillas siempre en el lado izquierdo a partir de la entrada.
Para los ejemplares de venus de la Europa occidental, en la mayoría de los casos se desconoce su relación con las estructuras de los yacimientos. Un caso particular es el de Laussel, donde la venus, en forma de bajorrelieve, está asociada a una figura menor de hombre que, por su posición con el brazo levantado, puede considerarse que cumple un acto ritual. La mujer, que no tiene cara, inclina la cabeza hacia su derecha, como si mirase el cuerno de bisonte que sostiene con la mano derecha levantada; la mano izquierda descansa en la parte baja del cuerpo. Estas figuras estuvieron pintadas de rojo y es indudable que formaban parte de un santuario móvil, al aire libre.
Y para cerrar este apartado, recuérdese uno de los misterios del arte paleolítico: para la importante provincia de este arte que constituye la Península Ibérica no tenemos ninguna venus ni representación femenina naturalista. Lo que si está presente es un santuario de las vulvas, de color rojo, en una empinada galería de la cueva de Tito Bustillo (Ribadesella, Asturias).
Parece que esta figura coronaba el amontonamiento de ofrendas, tal vez se tratase del retrato de una difunta o quizá hiciera alusión a alguna divinidad. Lo que sí es seguro, es la importancia de la mujer en los rituales prehistóricos. Como en todas las venus encontradas, en ésta se resaltan los atributos femeninos, especialmente el pecho y el vientre, descuidando el tratamiento de las extremidades, lo que nos permite deducir que este tipo de figuras tenían mucho que ver con la fecundidad o maternidad.
Para tener más ejemplos, aquí están la Venus de Lespugne y la de Brassenpouy:
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